En el artículo anterior mencioné una forma de fraude de la que se beneficia en mucha mayor medida el empresario: los falsos autónomos. Es decir, los trabajadores que para conservar su empleo aceptan pagarse ellos mismos sus cuotas de Seguridad Social, renuncian a vacaciones, horas extraordinarias, días de descanso, y a todos sus derechos laborales en general. Esta forma de contratación laboral camuflada de mercantil es uno de los muchos fraudes que se dan en el mundo de la seguridad social, pero ya advierto que el número irá creciendo. Porque es lo único que puede ocurrir cuando a la ideología dominante le conviene. En este artículo intentaré explicar con algo más de detalle el círculo vicioso en que se está hundiendo el mercado de trabajo.

No es tan sólo la Ministra de Empleo Fátima Báñez quien dice tonterías sobre un mundo – el laboral – del que no entiende ni media[1],  también otros han exclamado solemnes bobadas que en su momento me enfurecieron. Y, sin embargo, es cada vez más cierto que el fraude se extiende y la economía sumergida adquiere mayor importancia.  Los por qué los veremos al final, veamos algunos cómo que no son tan habituales como las horas extras desaparecidas en combate, las dietas para gente que no viaja, o las medias jornadas extensas.

Los fraudes.

Viajando en el tiempo.

Uno de los fraudes más difíciles de demostrar es el aprovechamiento de los plazos. En empresario dispone actualmente de hasta tres días naturales[2] para tramitar la baja en Seguridad Social del trabajador. ¿Qué prisa tiene el empleador tramposo? Ninguna, porque aprovecha para tramitar la baja con la fecha más antigua que le permiten los plazos, una vez se ha asegurado de que no corre riesgos. Así se ahorra tres días de cotizaciones e impuestos.

Puede parecer poco, pero multiplíquese por los muchos contratos de entre una y dos semanas que puede llegar a firmar cada año.

Las peonadas soñadas del campo.

Uno de los sectores peor tratados por la Seguridad Social es el agrícola. En 2012 se dijo que se integrarían en el Régimen General de la Seguridad Social, pero el legislador se sacó de la manga un Sistema Especial Agrario que les dejó las cosas peor de lo que estaban.

Para los urbanitas, explico cómo funciona la cosa para los peones eventuales del campo en todas las Comunidades, excepto Andalucía y Extremadura donde tienen eso que en su día se llamó el PER y ahora Subsidio Agrario. Al finalizar el día, el empleador decide si la jornada se ha completado, o no. Si por ejemplo tenían que terminar el trabajo a las seis de la tarde, pero se ha puesto a llover a las cinco y los trabajadores no han podido seguir trabajando, ¿se ha completado la jornada?

Cuando el contrato termina, el empresario agrario asigna a cada trabajador eventual un número de jornadas reales trabajadas, y cotiza en función de eso. Los trabajadores, que en su mayoría no entienden el sistema, ni reciben copia del Certificado que acredita las cotizaciones, se enteran ya en el SEPE de que en el último mes trabajado en realidad sólo han sumado media docena de jornadas reales, o si han tenido suerte una quincena. O sea, que seguirán sin tener derecho a subsidios y prestaciones.

Es un trabajo duro y agotador, que rompe espaldas y destroza manos, que no tiene derecho a subsidios del Régimen General, está mal retribuido y encima no cotiza. He visto peones que en seis años no han conseguido sumar las 270 Jornadas Reales que dan derecho a cuatro meses de prestación. Ni lo conseguirán jamás, porque las jornadas expiran a los seis años, antes de que puedan llegar a reunir las cotizaciones que necesitan.

Las bajas voluntarias.

Otro truco que está apareciendo con una cierta frecuencia son las bajas voluntarias por decisión del trabajador. Supongamos que la empresa no tiene trabajo, el empresario se dirige al empleado y le pregunta “No tengo trabajo para ti, ¿quieres que te dé de baja?”. En muchas ocasiones el empleado acepta pensando que, bueno, tendrá derecho a la cobertura de desempleo, lo que le dará tiempo para buscar otro contrato. O quizás el empresario deje de pagar las nóminas hasta que el empleado, harto de trabajar sin cobrar, decide irse de la empresa motu proprio y por la directa.

En fin, que en algún momento el empleado se encaminará a la oficina del SEPE donde le explicarán que en las bajas voluntarias se pierde el derecho a reclamar subsidios o prestaciones durante tres meses, más una nueva finalización de contrato pasado ese período. Además, puede olvidarse de finiquitos e indemnizaciones, porque no los habrá.

Los contratos imaginarios.

Más de una vez llega a la oficina del SEPE un trabajador convencido de haber finalizado un contrato, para encontrarse con que no ha cotizado ni un solo día. Él (generalmente son hombres que viajan allá donde han oído que alguien está dando trabajo) asegura que ha firmado un contrato, del que no le han dado copia, y le dijeron que el Certificado de Empresa de finalización se había enviado telemáticamente, pero en los servicios de empleo no hay constancia ni de lo uno, ni de lo otro.

Ya sabes, tu palabra contra la de nadie porque ni siquiera sabes quién era realmente el supuesto empresario.

Empresas imaginarias.

¡Ah, la imaginación del mercado laboral! Nacen y mueren cada día empresas imaginarias que se encargan de conseguir cotizaciones para que gente que está a pocos días de cobrar un subsidio o una prestación por desempleo, pueda hacerlo. Quienes utilizan su servicio pagan el coste de las cotizaciones empresariales y obreras, más una comisión razonable, por unos días o semanas de trabajo ficticio, siempre a jornada completa para redondear el cobro posterior.

Son fraudes fáciles de detectar, pero más complicados de demostrar porque las empresas nacen y desaparecen con gran facilidad.

A quienes la inspección no molesta es a los Ayuntamientos, que hacen más o menos lo mismo con coste a los Presupuestos, pero le llaman Plan de Empleo. Entiéndase que no pretendo denunciar estos Planes de Empleo, tan necesarios para la subsistencia de mucha gente, pero no deja de ser un fraude porque con harta frecuencia se hace pasar caridad (o clientelismo) por trabajo. Esparadrapo a costa de la Seguridad Social para curar amputaciones sociales.

¿Por qué?

¿Por qué se conforman los empleados y no denuncian?

Muertos los sindicatos por suicidio, asistido por los voceros de la ideología de podredumbre, nadie queda para defender al trabajador. También ha pasado a mejor vida la solidaridad obrera, que ha sido sustituida por la competencia por puestos precarios y mal pagados.

El resultado es que, al menos en los pueblos dónde todo el mundo sabe de quién eres, quien denuncie se queda sin futuro, tanto él o ella como su familia. Hemos vuelto a los años cuarenta y cincuenta del siglo pasado, cuando un contrato de trabajo era algo mucho más difícil de obtener que un paseo en unicornio.

¿Y tiene alguna culpa la Administración?

Otra razón no menos influyente son los incentivos perversos de las prestaciones por desempleo. Algunos ejemplos:

  • Un desempleado de larga duración es alguien que no ha fallado en el sellado de la tarjeta de demanda de empleo durante 360 días en el año y medio anterior. Dicho de otra forma, quien no sella la tarjeta de demanda el día que le toca no es un desempleado, está defraudando al sistema y será sancionado por ello entre un mes de cobro y la pérdida del derecho.
  • Si trabajas a tiempo parcial y cotizas por 491,40€ (o sea, que en realidad ingresas aproximadamente unos 380€ al mes) no tendrás derecho a subsidios. Así que le pides a tu empleador que baje el tiempo que oficialmente estás de alta cada día, y proporcionalmente tus cotizaciones a la Seguridad Social.
  • No es posible cobrar una Renta Activa de Inserción (11 meses cobrando la fastuosa suma de 426€) si has trabajado más de 89 días en el año anterior, y se pierde por 180 días o más de trabajo consecutivo[3]. Así que procuras que tu vida laboral se quede en 89 días o menos al año, y mientras lo cobras no superarás los 179 días en alta laboral.
  • Algunas ayudas de las que se cobran una única vez en toda la vida laboral no se pagan durante el tiempo de trabajo y se pierden. Supón por ejemplo que solicitas una de ellas y al día siguiente alguien te da de alta por seis meses: habrás cobrado un único día, pero el sistema te dará por pagado el total y denegará nuevas peticiones en el futuro. Así que vida laboral que no ve, bolsillo que no se resiente.

Estos son algunos ejemplos de los incentivos perversos del sistema, pero habría muchos más. Si tenemos en cuenta que la nómina de los programas de incentivación del empleo (en serio, no es broma, se les denomina así) oscila entre 398€ y 426€ al mes, me sorprende que alguien se sorprenda porque exista un mercado de trabajo opaco. Porque aparte de la Ministra Báñez, que debe de ser una prestidigitadora presupuestaria, ¿alguien más se ve capaz de sacar adelante una familia con esas cantidades?

¿Por qué recurren al fraude los empresarios?

La respuesta fácil sería que son unos desaprensivos, pero en su mayoría no sería cierto. Al menos no lo fue inicialmente. Se trata de la espiral degradante de la competencia. Si como empresario honrado (dentro de lo que la moral imperante permita) compites por un contrato, los defraudadores siempre ofertarán más barato. Y si es la administración pública, todavía más, pero aquí los mecanismos de corrupción son diferentes y no vienen al caso.

Así que en un mundo donde todo se paga cada vez más bajo, ¿cómo competir y soportar los impuestos que a ti te corresponden, más la parte proporcional de quienes se han escaqueado por la vía del fraude? ¿Qué haces, sigues siendo honrado y te hundes en la miseria, o adoptas los mismos trucos para poder sobrevivir, aunque sea chapoteando en la mierda?

Y tengo que decir por mi experiencia que siguen quedando patronos honrados que pagan todas las jornadas reales del campo, cotizan hasta el último día trabajado, y pagan todos los impuestos que el Estado hace recaer sobre ellos, porque sobre los defraudadores costaría mucho más. Especialmente si son lo bastante ricos para pagarse buenos asesores fiscales.

Reconozco que, ante esos empresarios honrados, verdaderos resistentes, deberíamos hacer la ola.

¿Y qué hacemos al respecto?

No puedo responder a esa pregunta sin asumir que soy capaz de destituir a la Señora Báñez y al Señor Montoro, lo que sería más falso que un discurso de Rajoy en materia de empleo. O arriesgarme a caer en la incitación al odio, enaltecimiento del terrorismo, o vaya usted a saber qué apartado de la ley mordaza cuando recuerdo todos esos dramas diarios de mis paisanos, y mi impotencia.

banez-y-sssLo dejo pues a vuestra imaginación, pero antes os recomiendo que os fijéis en la expresión de la Vicepresidenta en la foto que he adjuntado. Por una vez, creo que yo opino lo mismo que ella.

Saludos.

Nota Bene: Para ampliar información recomiendo echar un vistazo a la Memoria 2015 de la Inspección de Trabajo: http://www.empleo.gob.es/itss/ITSS/ITSS_Descargas/Que_hacemos/Memorias/Memoria_2015_w.pdf


[1] Según su biografía, lo que sabe la Señora Ministra de trabajo lo habrá leído en algún libro, porque no se le conoce contrato laboral alguno, con la posible excepción de su trabajo en la empresa de papi. http://www.losgenoveses.net/Personajes%20Populares/Banez/banezbiografia.html

[2] Hasta Julio de 2015 el plazo llegaba a los seis días.

[3] Tanto si esos seis meses dan derecho a alguna ayuda o no. Por ejemplo, un trabajador eventual agrario puede estar de alta seis meses, acumular sólo dos o tres en jornadas reales que no dan derecho a nada, y perder la Renta Activa de Inserción.

3 respuestas a “La degeneración del mercado laboral

  1. Es como un ovillo de lana enredada. No se puede deshacer. Habría que empezar de cero, por la educación y esperar 20 años o volver 20 años atrás y partir de nuevo. Todas las reformas han tenido un denominado común: las rentas salariales contra el beneficio empresarial. Hasta que no se unan no avanzaremos. En países como Canadá, Noruega, etc. el factor humano es lo más valioso, aquí el factor humano no vale nada.

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