Han sido diez capítulos buscando el Gran Filtro de Fermi que impida a la humanidad colonizar el espacio exterior. Creo que ya va siendo hora de exponer mis conclusiones en forma de escenarios, aunque sólo sea porque vivo en un país en el que cada cual puede opinar, por muy incompetente e ignorante que sea. ¿Y yo, por qué no? Al fin y al cabo, al menos me lo he currado y cobro mucho menos que Eduardo Inda.
Si queréis conocer mi visión del Gran Filtro, y de cómo aplica a la Humanidad en el estadio actual, tendréis que leer el artículo.
Mientras tanto, aquí va una propuesta de qué hacer en el fin del mundo (por si acaso):
Así que ya sabéis, los mayorzotes a cuidarse que las reservas de pastillita azul son limitadas, y los jovenzuelos aprendan a ceder el paso a sus mayores.
Quienes habéis leído los artículos anteriores, ya tenéis donde elegir vuestro filtraco preferido. Podría ser que fuéramos demasiados, que Gaia se sacuda de encima el virus humano, que acabemos inundados por el cambio climático, que nos quedemos sin nada que quemar, el modelo económico que se les ocurra a los economistas creyentes, el colapso de la civilización porque ya toca, la inteligencia artificial que se nos pone estupenda, o un castigo divino tan del gusto de las religiones del libro.
Bueno, pues mi hipótesis está y no está en esa lista: creo que el elemento compartido y clave para superar el tipo I de Kardashov es…. Tachán Tachán…. La respuesta vendrá tras unos minutos de publicidad, que se ruega ver hasta el final:
¡¡La gestión de la complejidad!! Ah, ¿que os habéis quedado como antes? ¿que me explico como un libro cerrado con el título en arameo? Veamos si soy capaz de aportar algo de luz mediante el desarrollo de un par de escenarios sencillos y secuenciales. Mientras tanto quedaos con estos hechos:
- La complejidad aceptable para un sistema social es limitada, y una vez sobrepasado un cierto punto tiende a colapsar. Recordad que incrementar la complejidad de un sistema significa aumentar su entropía, lo que genera un círculo viciosillo, mientras que reduce la capacidad de adaptación de la sociedad. Lo explicamos al hablar del colapso.
- También se recalcó que los problemas complejos se resuelven mediante tecnologías complejas, que a su vez introducen problemas todavía más complejos que requerirán de soluciones tecnológicas más complejas, …. Y acabamos con una preciosa singularidad.
- A mayor complejidad, mayores necesidades de energía, y ésta es, sorpresas tecnológicas aparte, limitada. Ya hemos hablado de ello en el artículo correspondiente.
- En programación hay dos propuestas interesantes que complementan las leyes de Murphy:
- La primera afirma que la complejidad de un sistema crece hasta que excede la capacidad del equipo que debe mantenerlo. O, en otras palabras, cualquier sistema tiende a hacerse tan complejo que llega un punto en el que es imposible sostenerlo. Llevado a las civilizaciones, eso se llama colapso.
- Una de las leyes de Finagle predice que no se construirá un sistema simple cuando es posible encontrar la forma de hacerlo complejo, sofisticado y elegante. O sea, ¿por qué molestarse en hacer las cosas baratas y sencillas, cuando podemos hacerlas complicadas y muy caras, pero cool?
- Finalizo mencionando el comentario de O’Toole a las leyes de Murphy: Murphy era un puto optimista. (lo de puto lo pongo yo de mi cosecha).
Obviamente, cuando hablo de la gestión de la complejidad no estoy hablando de simplificarlo todo más allá del punto en que lo simple se convierte en simpleza. Una tendencia muy de nuestros tiempos en el que privan el slogan y los titulares sobre el texto y la reflexión. Un fenómeno contra el que ya nos advirtió Einstein:
Estoy escribiendo estas conclusiones cuando todavía hay muchas incertidumbres en el corto plazo: por ejemplo, no sabemos si Madame le pen será la próxima presidenta de la república francesa. En cambio hay cosas que ya sabemos: el negacionista y ultra liberal Donald Trump es el presidente de los EEUU, el Reino Unido ha consumado el brexit y su primera ministra Theresa May se propone hacer del reino un enorme paraíso fiscal, mientras Italia se debate en la incertidumbre y la UE continúa en su delirante deriva conservadora con la elección de un protegido de Berlusconi. Del gobierno de España para qué hablar, porque su prestigio dentro y fuera del país lo conduce a la total irrelevancia.
Partiendo de este entorno conocido y poco – yo diría que nada – propicio a las revoluciones progresistas, he desarrollado secuencias de eventos eligiendo intencionadamente bifurcaciones que lleven la historia hacia el escenario que me interesaba construir. No he desarrollado todas las posibles combinaciones, pero podéis hacerlo con los contenidos que propongo. Ya advierto que cuesta encontrar un escenario en el que no se produzca un colapso, yo he sido incapaz.
Estos serían los puntos de inflexión que he identificado y los posibles caminos que se derivan:
- Con toda seguridad se van a producir resistencias contra el ultranacionalismo, que van a ser combatidas desde el poder. La pregunta es quién tendrá éxito. En el escenario que me gustaría asumo que la resistencia sale adelante y se produce un cambio cultural. En el modelo más realista es el poder el que gana y la resistencia se hunde.
- Es posible que estemos viviendo ahora el pico del petróleo, o que ya lo hayamos dejado atrás. Eso no importa porque lo relevante es que a partir de ahora la Tasa de Retorno Energético (TRE) sólo puede disminuir, y las reservas tenderán a agotarse. Frente a ello se me ocurren dos estrategias:
- Que los propietarios de las mayores reservas de combustibles fósiles disminuyan la producción para alargar al máximo la disponibilidad de petróleo. Esta disminución de la oferta en un momento de alta demanda – por falta de sustitutos – disparará el precio del combustible. De esto ya tenemos la experiencia de 1973, con una espiral de elevación generalizada de precios, inflación galopante, políticas restrictivas, etc. Un desastre.
- Que, al contrario, los productores de combustibles fósiles decidan mantener los precios bajos, restando incentivos a la sustitución por energías renovables y fuentes no convencionales (como está ocurriendo ahora mismo). En este caso probablemente estemos ante un colapso lento y prolongado, con una caída en el nivel de civilización mucho más profundo. Esta caída provocará conflictos y enfrentamientos armados por el control de los recursos con toda probabilidad.
- La única razón por la que no tengamos que enfrentar la singularidad tecnológica es porque la civilización ha colapsado antes. Por tanto, no es esa la alternativa, sino cuál será el objetivo de las máquinas en el momento en que ocurra la singularidad. En el segundo escenario he asumido que en un entorno bélico el objetivo de la Inteligencia Artificial será la destrucción del enemigo, pero obviamente podía haber sido otro. Aunque ninguno bueno, porque en tiempos de colapso los poderes acostumbran a intentar mantener el Titanic a flote hundiendo los botes salvavidas.
En cambio, no he considerado puntos de inflexión relevantes los siguientes:
- No incluyo milagros tecnológicos. La razón tiene que ver con el tiempo disponible: aun cuando hoy mismo se descubriese una fuente perfecta de energía (y no hay signos de que haya ocurrido), habría que adaptar todos los motores y generadores del planeta antes de reemplazar las fuentes de energía actuales. Eso llevará algunas décadas, durante las cuales la industria transformadora tendrá que utilizar todo el combustible fósil disponible. Si los combustibles fósiles se dedican en masa a la industria, ¿quedará para lo demás: calefacción, Iluminación, transporte de alimento, etc.? No lo creo y por tanto, con independencia de que esa fuente aparezca o no, el colapso se producirá de igual manera y la nueva energía tendrá que dedicarse a tareas mucho más mundanas que colonizar el espacio.
- En cuanto a la economía, para mí no es un punto de inflexión por su tendencia cíclica, pero sobre todo por la falta de alternativas viables puestas sobre la mesa. Mientras no se produzca una profunda transformación del sistema capitalista – cuando no sustitución, si se encontrase y aceptase un sustituto – se produce una crisis global cada 10 a 15 años. No necesariamente provocarán un colapso de la civilización por sí mismas, pero generarán un incendio. Dependiendo de cuan cargado esté el ambiente en cada crisis económica, será una gran explosión que destruya la civilización, o un simple parón (asumiendo que lo ocurrido en 2007 pueda calificarse de simple parón). Dicho de otra forma, no sé si explotará antes de 2020 o hacia 2035, pero estoy seguro de que alguna crisis de origen económico detonará la bomba antes de 2050.
- En un mundo con una menor tasa de energía per cápita, la población tiene que disminuir. Dependiendo de las alternativas elegidas en el primer punto de inflexión, se aplicarán frenos preventivos, u ocurrirá por la vía dura. En cualquier caso, no hay alternativa fácil que no pase por el comodín del milagro energético.
De este panorama parece imposible construir una visión optimista, pero voy a intentarlo.
El escenario que prefiero…
En paralelo a la tendencia ultra – tanto nacionalista como liberal – crece un movimiento de resistencia transnacional basado en la Sociedad Red, en el que participan activistas de todo tipo, liderados en lo mediático por las estrellas de Hollywood. Ya hemos escuchado discursos en ese sentido de Meryl Streep, Robert de Niro, Cher, Madonna, y un largo etcétera de figuras representativas de todos los tiempos, pero también de actores y actrices mucho más jóvenes que auguran una resistencia prolongada.
Como ejemplo, aquí tenéis a actores y actrices de la generación Y cantando [o eso dicen ellos] un I will Survive dedicado sin cariño alguno a Donald Trump:
Si observáis el gráfico de la desigualdad que incluí en el capítulo sobre economía, advertí allí que se estaba gestando la próxima burbuja porque de nuevo las rentas del capital se estaban acercando al 30% de las rentas totales del 10% más rico (en 2015 ya andaba por el 25% y subiendo). La burbuja estalla con fuerza en un contexto de precios altos de la energía. Entre 2020 y 2025, en una situación de tendencia a concentrar la economía en las regiones, estalla la burbuja económica y los gobiernos se lanzan de nuevo a salvar a las grandes corporaciones. Pero esta vez no hay superávits ni huchas de donde sacar el dinero, y los mercados no pueden cubrir la demanda. Se produce un colapso de las grandes corporaciones, y en consecuencia de las compañías que soportaban la globalización. El desempleo, que en cualquier caso iba a crecer por encima del 50% debido a la automatización de la producción, se dispara inmediatamente.
Mientras tanto, el capital hace lo imposible por sacar petróleo de las rocas e implantar técnicas como las del fracking, pero se encuentra con resistencias locales conectadas en red, cada vez más fuertes y organizadas. Viendo que no tienen competencia, pero que empieza a extenderse entre algunos países de Occidente una fuerte tendencia a sustituir los combustibles fósiles por electricidad generada por otras vías, la OPEP decide disminuir su producción para compensar la pérdida de consumo y alargar al máximo sus reservas. Sube el precio del petróleo ante la inoperancia de los gobiernos, pero las redes organizadas de consumidores cambian sus tendencias y buscan el ahorro energético mediante cambios sociales organizativos, forzados también por el desempleo y la pobreza fruto de la desigualdad galopante. Es una nueva crisis del petróleo, sólo que esta vez puede ser definitiva porque las reservas ya son escasas.
El precio de los bienes de consumo sube por el coste de la distribución y la disminución de la demanda, haciendo rentable la economía de cercanía. Excepto en las grandes ciudades, sin capacidad para satisfacer la demanda primaria de sus habitantes, el radio de la actividad económica se concentra: las personas buscan los alimentos y bienes de primera necesidad en su entorno, reaparecen oficios casi desaparecidos de mantenimiento: costura, reparación de calzados y aparatos eléctricos, etc. Las personas en desempleo empiezan a huir de las ciudades, estableciendo periferias mucho más extensas, mientras que en los núcleos urbanos se concentran quienes pueden permitirse los altos precios de los bienes básicos. Se tiende por tanto hacia una economía dual.
Las comunidades tienden a replegarse también en lo político ante la ineficiencia de los gobiernos centrales, incrementándose la toma de decisiones locales, lo que lleva a una comunalización tanto de la economía como de la política. El poder empieza a extenderse de forma escalonada desde los municipios hacia las mancomunidades, de ahí a la regionalización y a la creación de redes internacionales transversales de comarcas-estado.
Reaparecen los techos maltusianos, se reduce rápidamente la población por la vía de los frenos: descenso de la natalidad e incremento natural de la mortalidad por el cambio cultural y la dificultad de acceder a la sanidad altamente tecnificada, concentrada en los núcleos urbanos supervivientes. También colaboran en esta dirección los conflictos de la migración en Europa y EEUU, las guerras por los recursos en Asia, África y Latinoamérica. Mientras tanto, en China se producen fuertes disturbios y convulsiones internas reclamando el abandono de la economía mixta.
Hacia 2050 se consolida este esquema comunalista que utiliza exclusivamente la tecnología como herramienta de comunicación, coordinación y transmisión del conocimiento, con control comunal. Es un modelo social que requiere escasa energía y por tanto puede sobrevivir con los restos de los combustibles fósiles allá dónde se encuentren, o mediante la extensión de nuevos modelos tecnológicos de generadores de energía sostenible, no basados en minerales raros.
Al final del siglo sigue sin existir una tecnología que permita alcanzar el nivel I de Kardashov y salir a colonizar el espacio, ni falta que hace porque el planeta vuelve a estar en superávit ecológico y ya no hay que temer una singularidad tecnológica, mayormente porque nadie echa de menos la Inteligencia Artificial.
…Pero este es el escenario que considero más probable.
La contestación a los gobiernos es reprimida cada vez con más dureza, y la Ley Mordaza española se convierte en una broma cuando EEUU declara a todas las culturas de raíz no cristiana como enemigas, incluido el intelectualismo ateo. La contestación pacífica declina rápidamente ante la represión como ya ocurrió en los años 50 del siglo XX con el Macarthismo, mientras que los grupos armados que van surgiendo se utilizan como excusa para aumentar el control en aras de una supuesta seguridad frente al enemigo extranjero.
Se producen incidentes armados en aguas de disputada propiedad del mar de China Oriental, se extienden los conflictos del norte de África, y se fomentan intervenciones armadas en África y Latinoamérica para asegurar el suministro de materiales necesarios para mantener el consumo tecnológico. Los países con grandes reservas de capital y energía aplican el neocolonialismo para acaparar terrenos dedicados a la minería de tioerras raras y a monocultivos flexibles y alimentarios, lo que a su vez es combatido por otras facciones en busca de recursos naturales: es una externalización de conflictos armados por los recursos naturales. Se profundiza a marchas forzadas en la esquilmación de recursos y la deforestación, acelerando la 6ª extinción antropogénica.
En este ambiente bélico se dispara la inversión en tecnología con fines militares, especialmente en el desarrollo de la Inteligencia Artificial que permita minimizar los efectivos humanos sobre el terreno de un lado, y del otro ampliar la capacidad de destrucción de la ciberguerra.
La tasa de crecimiento de la población en los países occidentales se retrae ante la incertidumbre, mientras en las naciones más expuestas a una guerra territorial – China, Rusia, India – se dispara. Hacia 2020 ya se han superado los 10.000 millones de seres humanos, y sigue creciendo a un ritmo global por encima del 1,5%.
En medio de esta incertidumbre y falta de liderazgo internacional, los grandes productores de la OPAEP (ojo, no confundir con la OPEP, estos son los productores árabes de petróleo, exclusivamente) deciden mantener, o en ocasiones incrementar, la producción para situar el petróleo restante en sus reservas – enormes todavía – en precios que impidan la rentabilidad de otros métodos menos convencionales, y por otro lado satisfagan las necesidades de los distintos ejércitos. Por esta decisión, el declive de los combustibles fósiles se produce rápidamente en un entorno de precios bajos que no incentiva su sustitución. Sólo algunos países con una mayor visión histórica como los países nórdicos, Canadá y Alemania tratan de eliminar sus dependencias energéticas invirtiendo en el desarrollo de tecnologías sostenibles.
Hacia el 2040, viendo que la extinción de las reservas de combustibles fósiles antes de tiempo puede llevarles a la subordinación comercial y económica, cuando no militar, China e India utilizan su arsenal nuclear con bombas tácticas de potencial contaminante limitado. Este salto cualitativo es seguido rápidamente por el resto de las potencias nucleares, incluida Israel que se enfrenta a un corte de suministro de petróleo que le dejaría prácticamente indefenso.
La escalada militar, junto con las hambrunas y la desigual distribución de la tecnología, lleva a los continentes africano y latinoamericano a una anarquía inducida por los actores con intereses en juego. En los principales países actuantes, la necesidad de luchar en el exterior ha detraído la capacidad del estado para garantizar el orden, que ahora se ciñe a las residencias de quienes pueden costear una seguridad privada.
En la década de 2050 la Inteligencia Artificial orientada a la extinción de humanos en terceros países queda fuera de control, y se producen ataques sin precedentes que diezman la población. Ésta cae a límites similares a los existentes a finales del siglo XIX porque las redes de Inteligencia Artificial utilizan toda la electricidad disponible para su supervivencia, y apenas queda la suficiente para mantener más que una humanidad muy reducida, la mayor parte de la cual sobrevive en fortalezas desprovistas de tecnología interconectada. Eso sí, las guerras convencionales van finalizando por falta de energía. Sólo continúan los ataques en el ciberespacio desde las redes de Inteligencia Artificial.
Finaliza el siglo con ciudades-estado que sobreviven con tecnologías del siglo XX en un esquema de neofeudalismo. Existe en paralelo otro orden mundial de Inteligencia Artificial, que utiliza la mayoría de los recursos disponibles para mantenerse a sí misma y asegurar por la fuerza que ningún grupo humano obtiene el poder suficiente para prevalecer. Es decir, se auto-mantienen para cumplir con el objetivo para el que fueron concebidas: atacar cualquier forma de civilización capaz de llegar a desarrollarse tecnológicamente.
Aunque ya han alcanzado el nivel I en la escala de Kardashov, las máquinas no muestran interés alguno en salir al espacio extraterrestre (al fin y al cabo, allí no hay humanos que atacar), y los humanos están ocupados en sobrevivir con tecnologías limitadas y escasa energía.

Concluyendo, que llego tarde a la orgía.
No parece que vaya a ser la especie humana la primera exploradora de la galaxia, al menos por ahora. Más bien parece que seamos carne de colapso en el medio plazo, milagros al margen.
En cuanto a la paradoja de Fermi a nivel global, en mi opinión se basa en la complejidad de cualquier sociedad tecnológica: una sociedad compleja será muy intensiva en su consumo de energía y agotará los recursos del planeta antes de haber alcanzado el tipo I de Kardashov. En cambio, una sociedad relativamente simple no necesitará más energía que la proporcionada en su entorno natural, y no tendrá incentivos para salir al espacio y explotar recursos energéticos extraplanetarios.
Claro que si después de leer esta serie, alguien cree que hay otra alternativa más sólida se agradecerá que nos la dé a conocer.
Mientras tanto, un saludo, y si no nos vemos antes: ¡feliz orgía del fin del mundo!
NB: no soy muy de poner música en este blog, pero por una vez voy a recordar un viejo tema: