… Hasta que, por fin, no se sabe exactamente si sucedió en 2022 o 2023, M. consiguió dormir...
No habrían pasado más que unos minutos, o eso le pareció a M., cuando escuchó unos gemidos. Pensando que se trataría de alguna travesura de Onoff encendió la luz y se llevó el susto del año (del año que sea) al contemplar la triste figura que intentaba fundirse con la pared y desaparecer.
Un ser menudo, huidizo, de ojos inquietos. “¿Y tú quién coño eres?” exclamó M. con poca originalidad, todo hay que decirlo. El ser se acurrucó intentando hacerse aún más menudo y cubriéndose el cuerpo con los brazos. “¿Quién eres?” casi gritó M. incorporándose en la cama, más irritado por haber sido despertado que asustado por la aparición. O aparicioncilla, por decirlo con más exactitud.
“Sssssssooooyyyyy Mmmmieeedddo”. “¿Miedo? No das mucho miedo la verdad”. “Noooo, nooooo, yo sooooy Mieeeeddddo. El mieeeedo soy yo, no asuuuuusto a naaaaadie, tengo todo el sussssto para miiiií”. El espíritu, o lo que fuese aquello, no paraba de retorcerse buscando un camino para huir. “¿Y qué coño haces en mis sueños?” preguntó M., ya convencido de que aquello no podía ser real. “Nooo loo sé, de.. eh, debería esssstar en otrassss mentesss, no en la tuya. Teengo el encargo de cooontagiaarr aaa laaa geeennntteee. Noo sé qué haaago en tu mente. ¡Si tú ni eres persona!”.
M. notó que poco a poco el ser dejaba de encogerse, enderezaba la silueta, su mirada ya no era huidiza sino fija en un punto indefinido por encima de su cabeza. M. comprendió que el espíritu no había encontrado por dónde huir y se preparaba para luchar, y empezó a preocuparse.
Pensó en seguir preguntando para distraer a Miedo. “¿Contagiar el miedo? ¿A qué te refieres? Ponme algún ejemplo”. “Infundo miedo todo lo diferente, contagio el temor hacia quienes sois diferentes”. ”¿Como yo?”. “Sí, como tú también. Insuflo miedo al cambio, y a todo lo que parezca nuevo. A los extranjeros, a los muy pobres, a los ricos, a los muy listos, a todos los que no son como uno mismo”. Esto último lo dijo Miedo casi con ira, ya mirando a los ojos a M. que buscaba en su mente algo que le sirviese de defensa, hasta que recordó que en los sueños no hay nada con qué defenderse de las amenazas y volvió su atención a los pies de la cama.