Lo que parecía imposible ocurrió, Simple – o Simplicidad, porque M. no la consideraba una amiga, entre otras cosas porque no tenía ni idea de lo que es la amistad – por fin se calló y empezó a difuminarse mientras exclamaba. “Adióooos, que llega Dog…”…
Una nueva figura mucho menos agradable se había personado en una esquina y miraba furibundo en todas direcciones. También vestía una túnica, pero de aspecto descolorido, vieja y sucia. El ser era esquelético y podría haber sido descrito con la semblanza del Licenciado Cabra del Buscón. Ya sabéis: “Entré en poder de la hambre viva… era clérigo cerbatana, largo sólo en el talle…”. Lo único que demostraba que aquello aún tenía vida eran los ojos, refulgentes en lo más hondo de sus cuévanos, inquietos como culo en mal asiento.
Ya acostumbrado a estas apariciones, y sin saber cuánto más iban a durar, M. se arregló tranquilamente el edredón, acomodó la almohada, suspiró, y preguntó con desgana “¿Y tú quién eres? ¿El fantasma del hambre?”. Nunca lo hubiera dicho. La aparición apuntó hacia M. un dedo largo y huesudo, acabado en una uña amarillenta que parecía a punto de salir disparada tan desproporcionada resultaba. Bramó el fantasma “¡Yo soy el que dice la verdad! ¡Soy el que sabe! ¿Cómo osas dirigirte a mí con tamañas desfachatez y osadía?”. Sobresaltado a su pesar por el berrido, M. emitió un débil “Hombre, es que creí que…”. “¡Hiciste bien en creer, porque el que cree es el que acierta! ¡Soy Dogma, soy el que dice aquello en que los hombres han de creer!”. M. pensó (“Ya sólo faltaba esto, las creencias y los dogmas. ¡Acabáramos!”) pero sólo dijo “¿Y en qué crees?”. El siguiente bramido aún fue peor y hubiese despeinado a M. de haber dispuesto de flequillo, enterrado pelo a pelo en el lavabo décadas atrás. “¡¡Soy Dogma, yo no creo, yo sé!! ¡Y digo a los humanos la verdad en que deben creer! Si digo que pueden volar espero que se lancen de las azoteas. Si en verdad digo que los gobernantes tienen la razón, la tienen digan lo que digan. Si afirmo que los ricos quieren el bien de los pobres, así será. Porque está escrito que vendrá un hombre al que muchos seguirán y que dirá la verdad…“. Aquí el esqueje humano empezó a perder el resuello, y claramente el hilo de sus palabras, como resulta obvio de lo que siguió. “…sea esta verdad la que sea, porque está escrito que vendrá el hombre, no lo que dirá, pero para eso estoy yo aquí, para asegurarme de que la verdad que diga el hombre sea reconocida, pero la podían haber escrito ya que estaban …”.
Llegados a este punto, M. perdió por completo el interés y decidió dormir dentro de su sueño, cansado y aburrido de tanta aparición, y deseando que Simplicidad se hubiese quedado un poco más, que quien sabe si el sueño no podría haber tomado otros derroteros…
Y en eso sonó el despertador. Definitiva y oficialmente ya era año nuevo, 2023, año electoral en España. Al recordarlo, todavía arrebujado entre las cálidas mantas, M. pensó que tenía suerte de ver a tan largo plazo, porque para un españolito medio, tener que decidir en un país dominado por el Miedo, la Simplicidad y el Dogma le habrían causado la madre de todas las jaquecas. Además, con esos tres espíritus en danza la tendencia aparecía, incluso en su evidente estado de somnolencia, diáfana, así que no pensaba preocuparse.
Su último pensamiento después de acallar el despertador y darse la vuelta fue (“Tendré que plantearme un año sabático lejos de España, porque esto se va a poner de un pesado…”)
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