Mamá, quiero ser idiota

Nota del administrador: hemos recibido una consulta en el buzón del extinto P.Baladring, pero al no figurar éste último entre los vivos (alabado sea el Señor por ello) no hemos sabido darle respuesta. Os rogamos por lo tanto ayuda y comprensión para este atribulado ser.

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Dijo el sabio en perfecto latín “cogito, ergo sum”. Tengo que decirlo: ¡y un truño como el puño! Si el señor Descartes hubiese sido sincero, habría dicho “pienso, luego no tengo vida social, mis compañeros de trabajo se ríen de mí y me putean, y sólo me hace caso gente más friki que yo”. Presumo que eso era más difícil de traducir al latín, así que soltó la primera idiotez que le vino a la boca. Y ahí quedó la tontería de “pienso, luego existo”.

De modo que he investigado sobre el tema, y he decidido ser un idiota. O mejor, quiero ser el idiota. El máximo exponente de la idiotez en mi esfera social. Perdón, de mis coleguis, que esfera social queda muy de listillo.

¿Qué tiene eso que ver con la mención a mi madre en el título? Nada. Es tan sólo que estoy en la fase de aprendizaje y de vez en cuando se me va la olla. Pero mi objetivo es ser de mayor como el jardinero Mr. Chance, un clásico:

Paciencia, que ya voy al grano. De entrada, habría que aclarar qué es un idiota, y qué no es.

La palabra idiota viene del griego ἰδιώτης, que como casi todo el mundo ignora, era en la democracia clásica un individualista que se despreocupaba de los asuntos públicos. Un liberal antes de tiempo, para entendernos. En cambio, para los romanos un idiota (se escribe igual) era un tipo normal, aunque acabó degenerando en algo así como tipo vulgar. Es decir, perteneciente al vulgo: “RAE 2 – conjunto de las personas que en cada materia no conocen más que la parte superficial.

Actualmente aparecen otros matices. Por ejemplo, la RAE añade una faceta interesante: “engreído sin motivos para ello”.

No os voy a poner ejemplos propios, me vale cualquier discurso improvisado en público de nuestro inefable Presidente:

Ahora que tenéis una idea de lo que se considera tradicionalmente un idiota, veamos qué no es.

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No es un necio. Según la RAE, el necio se diferencia del idiota en la terquedad y porfía en demostrar su profunda e inamovible condición. Puede sostener cualquier necedad hasta que los seres racionales que interactúan con él o ella desistan y se retiren muertos de aburrimiento.  Se han visto a moscas suicidarse lanzándose a un tarro de miel con tal de dejar de escuchar necedades.

Por ejemplo:

  • Buenas, ¿es aquí donde buscan un astrónomo?
  • Sí aquí es. Siéntese por favor.
  • Ese póster está equivocado, la Tierra es plana.
  • Ja, ja, ja, veo que tiene usted sentido del humor…
  • ¡Ni humor ni hostias! La Tierra es plana.
  • Pero esa es una foto tomada desde el espacio…
  • Ya, y ahora me dirá que los americanos han ido a la Luna. Unos embusteros es lo que son. Y ese póster es de Photoshop.
  • Esto… Bien, muchas gracias por venir. No nos llame, ya le llamaremos.
  • Mejor no se molesten, no voy a perder mi precioso tiempo con ignorantes. ¡Ahí se quedan, necios!

Ni mucho menos el idiota tiene por qué ser estúpido, que es básicamente un necio peligroso para sí mismo, y para todas aquellas personas que se le acerquen.

El colectivo de la estupidez humana, un club muy amplio donde cualquiera puede entrar, ha sido ampliamente estudiado y opinado. El informe más conocido al respecto es el del doctor Cipolla (se llamaba así, palabrita de idiota en ciernes) publicado con el título de “Leyes Fundamentales de la Estupidez Humana”. Por ejemplo:

  • ¡Señor conductor de autobús, señor conductor de autobús!
  • ¿Qué?
  • Que va usted a más de 100 por un camino de tierra.
  • Esto es una autovía. Lo pone el GPS.
  • Pero no ve usted….
  • Mire el GPS, ¡aquí pone autovía, y esto es una autovía! Siéntese y no me toque usted los mojones.
  • ¿Y ese acantilado?
  • Dice el GPS que hay un túnel. ¡Siéntese y no me cabree!
  • No hay…
  • ¡Si lo dice el GPS, va a misa!
  • ¡Frene!
  • ¡Pues ahora acelero!
  • …. (estruendo, silencio, gritos y gemidos)

Aunque obviamente pueden darse casos híbridos de idiotas rematadamente estúpidos y/o necios – estadísticamente sería improbable que no los hubiera – en general se presentan en toda su pureza, sin contaminantes. Por lo tanto no perderé más tiempo con otras categorías, creo haber demostrado sobradamente que el idiota no debe ser confundido con otros especímenes humanos de inverificable racionalidad.

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Y aquí viene el quid de la cuestión: ¿qué puedo hacer para alcanzar el reconocimiento público de mi status de idiota? De momento, estas son las acciones que tengo planeadas:

1 – Aplicar la máxima de Platón:

Sapiens loquitur quia aliquid dicendum habet, stultus quia aliquid dicere debet.

El sabio habla porque tiene algo que decir, el idiota porque tiene que decir algo.” (Platón)

Como individuo razonablemente inteligente, sólo podría hablar cuando tuviese algo significativo que decir, pero como idiota puedo hablar cuando quiera sin preocuparme de demostrar lo más mínimo. Bastará con apelar a mi propia autoridad. Es decir, puedo prescindir de la neurona de pensar por tiempo indefinido.

En este aspecto, los modelos perfectos de idiota son Eduardo Inda y Rafael Hernando. Estos especímenes son titulados superiores y triunfadores en sus respectivos campos, de donde cabe deducir que no deben ser estúpidos puesto que les va de maravilla a título personal. Podréis pensar que son necios por su empecinamiento, sin embargo han embaucado a inversores de los medios de comunicación y políticos avezados, respectivamente. Entiendo por tanto que incumplen la ley fundamental de necedad: el empecinamiento en llevar la contraria a quienes pueden favorecerles. Ergo, son idiotas.

2 – Aquí sólo cuentan mis idioteces:

Como corolario a la propuesta anterior, rechazo cualquier opinión que pretenda ser razonada, sosteniendo en cambio verdades evidentes y de sentido común, legitimadas por una tradición idiótica de siglos. Se acabó por tanto la obligación moral de estar informado sobre el tema en discusión. También la de ser un buen ciudadano y tragar idioteces ajenas mientras rumio una respuesta razonada para no parecer yo también idiota. Porque no hay problema en parecer idiota cuando se es idiota.

Con ello me bastará con escuchar titulares sin prestar atención, aprender de los futbolistas profesionales – fútbol es fútbol, … – , repetir slóganes de políticos populares (y/o populistas), y en general opinar como quien eructa. Al fin y al cabo, para eructar opiniones se requiere tan sólo trasegar, gaznate abajo, un número suficiente de cervezas por unidad de tiempo.

3 – Militar en el partido político adecuado:

Alguien podría preguntarse por qué un idiota querría militar en un partido. Muy fácil, para evitar la tentación de tener que escuchar las propuestas de varios partidos. Que mi líder me dice que España es una multinacional, pues vale. Que plurinacional, pues también vale. Que España es una o ninguna, pues bueno, encantado de conocerle y a sus órdenes.

¿Cuál es el partido correcto para la militancia idiota? Ahí la cosa está más cruda.

En principio pensé que Ciudadanos parecía el partido ideal ya que se definen como progresistas-centristas, o algo así. De entrada, una completa idiotez ideológica:

Claro que, como me aclaró alguien que sabe de la cosa, por encima de todo son liberales. Para los votantes idiotas, el liberalismo propugna la libertad individual en lo social, y del sálvese quien pueda en lo económico. Es decir, una profunda idiocia estructural.

Hasta ahí perfecto, pero me falló la prueba empírica: no fui capaz de encontrar alguna sede en las cercanías de mi pueblo. Por otra parte, tampoco me identifico yo mucho con el señorito Rivera, y nadie sabe de ningún líder regional más cercano. No insistí.

descargaMe dio entonces por pensar que, puesto que los idiotas sienten la necesidad de ser populares, lo oportuno sería unirme al partido ídem. Además, allí no destacaría puesto que ya andan sobrados de idiotas.

 Resultó al fin que mi aspecto físico no es lo bastante anodino para sus gustos y destaqué lo suficiente para ser rechazado. Claro, que tampoco a mí me mataba de ilusión, que lo del traje y corbata lo llevo mal, y lo de trabajar para el enriquecimiento individual parece muy cansado. Además, a ciertas edades eso de tener que desplazarme hasta la cárcel para escuchar al líder resulta muy cansado.

De modo que pasé al siguiente en la lista, y ahí me he quedado. Por ahora, que amenazan con hacer asambleas abiertas y cosas de esas participativas, lo que sería de todo punto incompatible con mi propósito. Yo me apunté para seguir fiel e irracionalmente al paisano señor Bono (el de U2 no, el otro) y su mini-yo. Luego van y me eligen a un guaperas (tanto que deja en broma cruel al señorito Rivera) empecinado en modernizarlo y siniestralizarlo todo. No sé yo si aguantaré mucho…

De los partidos que se dicen izquierdistas de la izquierda verdadera, hay poco que hablar. Los líderes tratan a sus seguidores cono idiotas (como, por otra parte, debe ser), pero en el locus cercano se espera que participes en sus debates. Se han dado incluso casos de debates en las que se exigía racionalidad discursiva. Esto me lo ha contado una fuente fiable, que por si acaso yo siempre mantuve una saludable distancia con sus aquelarres ideológicos.

Definitivamente la Izquierda Verdadera no es sitio para mí: idiota en lo general, racional en lo cercano. Eso es para doctores y yo estoy todavía en primero de idiocia.

Por suerte, si todo falla todavía me quedará UPyD. Siempre puedo ofrecerme para llenar el hueco que dejó el señor Cantó, sin ir más lejos.

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Y hasta aquí he llegado. La mayor dificultad de caminar por la vía mística de metamorfosis hacia la idiocia, es que a medida que ésta es interiorizada, la inteligencia se va viendo arrinconada. Resumiendo: que ya soy demasiado idiota para que se me ocurran más acciones que favorezcan mi perfeccionamiento, pero no lo suficiente para verme yo mismo como un perfecto idiota. Un grave dilema que en mi semi-idiotez no he sabido resolver.

Puesto que no he encontrado ningún libro de autoayuda adecuado (la mayoría asumen que el lector ya es idiota en el momento de comprarlo), tengo que pedir ayuda desde este blog. Os ruego que reflexionéis sobre los idiotas (ojo, no confundir con estúpidos y necios) que conocéis, y que me aconsejéis acciones que pudiera emprender en mi camino transformador.

Por favor, os lo suplico. Creed que sufro más allá de cualquier razón. Sufro porque me siento idiota al fracasar en mi conversión a idiota, lo que me inunda de ansiedad. Sufro porque sé que soy casi idiota, cuando un idiota nativo ni siquiera lo sabría. Sufro porque mi idiocia a tiempo parcial siembra la confusión y la desconfianza entre mis allegados, convencidos de que estoy fingiendo. Sufro porque esta ambivalencia no me permite ser el idiota popular que soñé llegar a ser.

Espero haberos introducido en este espinoso tema, pero ahora no hagáis el idiota y corresponded: ¿Qué más puedo hacer para completar mi metamorfosis?

Esperanzado,

J. Meta Morfosis.

8 respuestas a “Mamá, quiero ser idiota

  1. Creo que para mejorar tu idiotez deberias ser socio de un club de futbol. Si es un club muy importante, mejor. Y comprar la camiseta del ultimo fichaje aunque sea carisima. No estaría de mas reunirte con otros simpatizantes para juntos ver los partidos en un bar y gritar lo que sea.
    Ánimo y un saludo !

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    1. Pues mire usted Don Salesyes, de entrada confieso que he tardado en responderle porque en mi escaso nivel básico de inglés me ha metido en un bucle. Me preguntaba a mí mismo «¿Sales?» y me contestaba a mí mismo «Yes!«. Y entonces me iba, con lo cual no podía escribir porque el teclado se quedaba dentro. Al final he resuelto el problema elfatizando su nombre a Sálesyes. Espero que me perdone tamaña osadía, pero ha funcionado.

      Oiga, que le agradezco mucho el consejo. De hecho, me he asociado al CF Barça (creo que se llama así) porque es perfecto. Como queda por allí por donde el guerrero del antifaz hizo la mili, no tendré que aguantar los partidos. He pagado casi doscientos euracos, pero ya que no voy a ir al campo, con lo que me ahorro en autopistas y gasolina sale tirado de precio.
      Además, he comprado la camiseta de un tal Neymar JR (como el de Dallas, ¿se acuerda usted?) por cuatro perras. Un chollazo, me ha dicho el vendedor. Queda preciosa, a juego con la boina.

      Pues nada Don Sálesyes, lo dicho. Muchas gracias por el consejo y un viril saludo.

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  2. Después de una hora mirando es espacio en blanco que ocupaba antes de este comentario creo que soy un poco más idiota. No se porqué lo he emborronado. Yo también sufro.

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    1. Tranquilo hombre, y no se preocupe. ¡Si supiese la de veces que me quedo traspuesto mirando una pared!

      Ahora que lo pienso, casi siempre me pasa después de comer y luego no recuerdo nada. Debe ser eso del abducimiento que dice el Sebas. O el vino.

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  3. «La palabra idiota viene del griego ñaldjañlsj, que «como casi todo el mundo ignora»»… Ahí has estao bien.

    Doctor Cipolla, ¿en serio? He tenido que ir al enlace.

    En cuanto al vídeo sobre la ideología de Schrodinger de Ciudadanos, a mí me contestó Albert Rivera en Twitter, hace cuatro años, muy indignado:

    «¿Conservador yo? Infórmese por favor antes de decir cosas que no son. Soy progresista y Ciudadanos igual, mire ideario».

    Como buen idiota, no puedo responder a tu pregunta, pero te dejo la canción que sonaba en mi cabeza hueca mientras te leía:

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    1. Vamos a ver, señor licenciado don Salvador, que yo le agradezco a usted su comentario, pero no he sido yo el que ha escrito esto. Sólo lo he publicado, que para eso me dejó el blog en herencia el bichejo. Además, ya verá usted que no es mi estilo usar palabrejas complicadas, así que lo del #@$%! también me suena a griego.

      Podría ser de V.J., pero el vejete jura que tampoco. Le creo por dos motivos: porque él ya está escribiendo uno de sus tochos sobre la estupidez humana (¡como si hubiera otra!), y porque tampoco le imagino yo preocupado por su popularidad. Otra cosa es que de alguien que oye voces estando a solas, hay que fiarse lo justo…

      Hala, a cuidarse que en Murcia debe de hacer un frío del carajo. Póngase una rebequita por si acaso.

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      1. Me ha dicho don Jonás que la ha visto, y que me vaya olvidando. Parece que allí todo el mundo es idiota, y si todo el mundo es idiota, ¿cómo sabrán que yo soy idiota?

        Por cierto y ahora que caigo, usted será uno de los culpables de esa degradación, con su manía de no querer reproducirse. Y es una lástima, porque a la especie igual le viene bien una subespecie (sin ánimo de ofender) con pelazo. Que además de idiotas, parece ser que las futuras generaciones serán (aún más) calvas. Eso es bueno para los vendedores de boinas, pero malo para la industria del peine. Usted ya me entiende.

        Otro viril abrazo, y beso a su flequillo.

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