Estoy convencido de que en estos días oiremos hablar del 18 de julio de 1936 y, sin embargo, creo que es una fecha que equivale a esos premios de consolación que otorga la lotería a los números adyacentes al gordo. Porque seamos formales, la cosa no empezó el 18, ni Franco fue una figura relevante del golpe de estado nacional-conservador (de fascista tenía poco más que el barniz), y al menos en teoría, la paga extra no se devengaba en tal fecha por el aniversario del alzamiento militar, sino por la Fiesta de Exaltación del Trabajo, que a su vez se celebraba en tales días porque el 1 de mayo era cosa de rojos.
Pero vayamos por partes.
Los preliminares.
No deberíamos olvidar el precedente de la Sanjurjada, un pronunciamiento anterior en 1932 dirigida por el general Sanjurjo y apoyada por militares mayoritariamente monárquicos. Fracasó debido a su escaso seguimiento, lo que inspiró una sensación de seguridad en los gobernantes que sería determinante a la hora de adelantarse al golpe de 1936.
Franco debería haberse sumado desde la Coruña, pero no lo vio claro y se inhibió, al igual que otras organizaciones tradicionalistas.
Los militares levantiscos fueron juzgados por un tribunal militar, y Sanjurjo en concreto fue condenado a muerte. Sin embargo, los gobiernos conservadores del segundo bienio de la República conmutaron la pena por la de cadena perpetua, de la que cumplió 23 meses a cambio de exiliarse en Estoril.
Como cabía suponer, siguió conspirando.
La segunda conspiración empieza con la victoria electoral del Frente Popular en febrero, tramada por Gil Robles (CEDA). El general Franco, a la sazón Jefe del Estado Mayor, intentó proclamar el Estado de Guerra durante la época de transición parlamentaria, antes del 1 de marzo, cuando se suponía que se iba a celebrar la segunda vuelta de las elecciones. Se resistieron los responsables de la Policía y de la Guardia Civil, ambos fieles a la República, y finalmente se desistió. El resultado es que Azaña fue nombrado Presidente sin esperar más, y el gobierno envió a Mola a Pamplona, Franco a Canarias y Goded a Baleares.
El acto.
El 8 de marzo de 1936 se reúnen los conspiradores. Entre ellos, Mola, Fanjul, Franco, … En total una docena de militares de alto rango.
Fue elegido director el general Mola, y se acordó ofrecer la Jefatura de la Junta Militar que se iba a formar al general Sanjurjo. Entretanto el coordinador sería el general Rodríguez del Barrio. Franco no aparecía entre los dirigentes, probablemente porque ni siquiera los conspiradores confiaban demasiado en él por sus veleidades anteriores, o quizás porque prefirió no mojarse siguiendo su táctica habitual de nadar y guardar la ropa.
El caso es que ahora ya no se hablaba de pronunciamientos, sino de un alzamiento militar que no está claro si ya estaba decidido, o condicionado al transcurrir de la vida política. Conociendo la doblez de Franco que envió una carta el 23 de junio al Presidente de la República asegurando su lealtad[1], yo sospecho que algunos de los participantes lo tenían claro desde el principio, y él el primero. Otra cosa es que estuviese dispuesto a significarse.
Se fijó la fecha del 10 de julio para el alzamiento, pero fue descubierta en una redada[2] y Mola, que recordemos dirigía la asonada, fijó la fecha del 17 de julio de 1936 a las 17 horas[3]. Y efectivamente, quitando algún exaltado que se adelantó un día, fue el 17 cuando se dio el primer paso tomando Melilla. Los levantamientos en la península se producirían los días 18 y 19.
Entonces, ¿por qué celebraba el franquismo el 18 y no el 17 de julio? Pues probablemente porque ese era el día en el que Franco proclamó el estado de guerra en el archipiélago canario. No iba a recordar la fecha del 17 porque él andaba a otras cosas, como poner a salvo a su familia, buscar a dos rubias que lo acompañasen, y encontrar un lugar seguro para su aterrizaje. Quede claro que no todo fue culpa suya, es que la historia del vuelo en el Dragon Rapide tiene su miga.
Franco al poder.
Hemos visto que ni siquiera los conspiradores confiaban en el liderazgo del futuro Generalísimo[4] y sin embargo luego conseguiría el poder absoluto y lo mantuvo 40 años. O fue baraka – su legendaria buena suerte – o su capacidad conspirativa supera lo poco que sabemos de él.
De entrada, está claro que los accidentes lo favorecieron, y no poco:
- El general Amado Balmes, Capitán General de Canarias fallece oportunamente el 16 de julio de 1936 debido a un accidente probando una pistola, lo que permite a Franco salir de Tenerife, donde estaba confinado.
- El 20 de julio de 1936 el general Sanjurjo, que se iba a hacer cargo de la dirección de la sublevación, muere en un accidente de aviación. Dicen que cargó demasiado la avioneta en la que iba a viajar desde Portugal[5], lo que sumado a su propio peso, que no era poco, hizo que se estrellasen al poco de despegar.
- El día siguiente al alzamiento de Franco, el 19, Manuel Goded, el otro general que podía hacerle sombra fue detenido en Barcelona. Menos de un mes más tarde lo juzgarían y el 12 de agosto de 1936 fue ejecutado por la República.
- Un año más tarde, cuando se estaba debatiendo en el bando golpista quién ostentaría el mando único, fallece Mola en otro accidente de aviación, esta vez atribuido a la niebla. El lado sospechosos aparece porque algunos testigos dijeron que llovía y no había niebla, no está claro si viajaban cinco o seis pasajeros, porque el día anterior Mola y Franco habían discutido, y porque se dijo que los cuerpos aparecieron con balazos .
- Otro año y fallece el 28 de octubre de 1938, también en accidente de aviación, su molesto hermano Ramón Franco. Teniendo en cuenta su vida, pudo ser cualquiera de los dos bandos, o incluso su hermano, porque a todos quitaba un problema de encima.
En conclusión:
Yo, el 18 de julio, celebro tres cosas:
- el Día Internacional de Nelson Mandela
- el Día Internacional de la vaquita marina
- el recuerdo de las pagas extras del 18 de julio durante mi juventud, que aparentemente poco tenían que ver con todo lo dicho, o eso nos contaban.
Porque sencillamente no hay nada más que celebrar, que yo sepa.
[1] Esto decía el futuro Generalísimo un mes antes de sublevarse: «…faltan a la verdad quienes le presentan al Ejército como desafecto a la República; le engañan quienes simulan complots a la medida de sus turbias pasiones…«
[2] El gobierno de la República, informado de lo que se estaba tramando con antelación, no se preocupó en exceso confiado en el fracaso de la Sanjurjada en 1932.
[3] Curiosa fijación la de los militares con eso de los días y las horas. Recordemos, por ejemplo, que la primera guerra mundial finalizó oficialmente un día 11 a las 11 de la mañana, lo que propició más de 10.000 muertes innecesarias. En fin, que en todas partes cuecen habas.
[4] Queipo de Llano sostenía una tensa relación con Franco. Lo apodaba abiertamente Paca la Culona y sostenía que el único sacrificio que había tenido que hacer el 18 de julio fue afeitarse el bigote para no ser reconocido en Marruecos. También se cuenta que años antes Sanjurjo decía que “Franquito, cuquito, iba a lo suyito.”
[5] Esa misma noche, en la capilla ardiente de Sanjurjo, se dice que el marqués de Quintanar gritó “Sanjurjo ha muerto, ¡viva Franco!”. Muy oportuno teniendo en cuenta que Franco ostentaba desde el 21 de setiembre de 1936 un cargo militar y no político.
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